Hace unos días me lastimé un dedo del pie y fui con una especialista para que me cure. La curación me dolió más de lo que en realidad me dolía la lastimadura, pero era necesaria hacerla para que no se me infecte.

Un día antes de ir mientras me tocaba el dedo y aguantaba el dolor pensaba -¡Qué tolerancia al dolor tengo!-. Al otro día comprobé que mi tolerancia era nula, que apenas me tocaba la doctora yo me retorcía. Pero me curó.

De todas maneras me molestaba muchísimo y le dije: – Me sigue doliendo mucho- a lo que ella me respondió “Ya te saqué lo que te molestaba, lo que ahora te duele es la herida”.

Se me grabó esa frase, por unos segundos no pensé en el dedo y dije ¡Es cierto, muchas veces lo que duele es la herida!

Me fui del consultorio pensando en eso “Lo que duele es la herida”.

Siempre pienso eso del pecado, que lastima, a nosotros, a nuestro cuerpo, a nuestra mente, a nuestro corazón y también lastima a otros, mancha, ensucia, y si no nos acercamos a Dios, eso queda supurando y se pudre. Incluso, muchas veces andamos así lastimados, heridos y no nos damos cuenta, o sí, pero el correr diario hace que no nos detengamos frente a quien nos quiere sanar.

El Señor nos regaló el sacramento de la Reconciliación, y quiere sacarnos aquello que nos hace mal, nos lastima y aleja de él, aquello que se pudre y nos mancha. Es verdad, la curación a veces duele, hay que reconocer que nos equivocamos, que nos alejamos del camino y puede que volver a él lleve un gran cambio. Muchas veces nos avergonzamos de nosotros mismos. Pero Dios nos recibe, nos espera con su perdón, su abrazo, su sanación. Nos deja ver por qué caemos en ese pecado, qué es lo que hay que sanar en nosotros que nos llevó hasta la instancia del pecado. Los exámenes de conciencia bien realizados nos van dando herramientas para vislumbrar con la ayuda del Espíritu Santo que existe algo en nosotros para sanar que está gritando y que muchas veces nos lleva al pecado.

¿Viste que muchas veces caemos en el mismo pecado? ¿Por qué? ¿Habrá un vacío que queremos llenar? ¿No nos estaremos equivocando con lo que lo llenamos? Con habladurías, quejas, peleas, competencia desmedida, destratos, malas caras, gritos, necesidad de brillar más que otros, mentiras, engaños. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de eso?

¡Y sí, la herida después de la curación puede que quede doliendo! Y eso nos recordará que somos frágiles, que podemos equivocarnos, que la perfección la encontramos sólo en Dios, pero también podemos tener la certeza que Dios de allí puede sacar maravillas, porque como dice San Pablo en la carta a los Romanos “pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” Rom 5,20.

Lamento las veces que lastimé a otros, y que aunque me confesé y pedí perdón les dejé una herida ¡Cómo quisiera volver el tiempo atrás muchas veces! Pero no se puede, y allí donde no puedo restaurar yo, restaura el Señor.

No quiero dejar de compartir aquí la canción de Cristobal Fones “La herida”, la cual me parece una obra de arte.

Señor, que como dice la canción, al final del camino, lleguemos con la herida convertida en cicatriz.

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