Relato de vida, desde lo que acontece en mi interior, y cómo Jesús me acompaña a sumergirme en la pileta y en la vida.

Nadando encuentro respuestas…

Lo que vivo en la pileta muchas veces puedo trasladarlo a la vida y lo que me sucedió en estos días aplica directamente para lo que acontece también en mi interior.

Estoy acostumbrada a nadar sola en el andarivel o con una sola persona, pero el lunes no fue así, de repente me encontré con que éramos cinco, que no podía seguir el ritmo de los otros, que mi forma de nadar retrasaba a varios y me enojé, me quise pasar a otro carril pero no había ninguno disponible, todos llenos. Además de sentir el corazón agitado, sentí incomodidad, hasta que en un momento dije “esto es un nuevo desafío”, hay que aprender cosas nuevas, nadar a otro ritmo y eso requiere otro tipo de ejercicios y esfuerzo, y no por no molestar a otros en el andarivel, sino por aceptar que hace años que practico este deporte y que es hora de dar un paso, o un nado, más. Eso para mí implica un cambio, primero de mentalidad. Admiro a los que saben competir contra ellos mismos porque buscan superarse, siempre que lo hagan dentro de un límite sano. Me encanta la gente que no se achica, y que se hubiese reído en mi situación al ver que otro nadador le rozaba con sus manos los pies desde atrás por nadar más rápido y aquellas personas que enseguida se dan cuenta que hay una nueva meta. A mi me cuesta.

¡Cuánto que aprender!

Pero hoy celebro no haberme quedado en el enojo de que no me sale, celebro que hay personas afuera de la pileta dispuestas a ayudarme a seguir superándome y sobretodo celebro que lo que viví en la pileta me sirvió para ver que no era el único espacio que exigía un paso más.

Creo que es necesario detenerse a pensar si hay espacios que habitamos desde la comodidad, y también observar si el espíritu pide algo más. Sabemos que cuesta, cuesta tanto que seguimos en los mismos lugares, con las mismas prácticas. Y hay tanto por hacer, por conocer y por compartir con otros.

La página la seño de Jesús sigue en construcción, paso a paso, artículo por artículo, con tanto por subir pero en los tiempos que Dios quiera. Y quien escribe también sigue en construcción, con la seguridad de que Dios me ayuda a escribir mi historia, que Jesús hasta se acerca a la pileta, al lugar que amo, para ayudarme a descubrir que en mi interior hay cosas que deben dejar de habitar la comodidad.

Señor, que no me gane la ansiedad, ni el enojo, que aprenda a estar incomoda, que me ría del error y disfrute de saber que estoy en construcción.

Gracias por hacerte presente en cada rincón, siempre Estás.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *